martes, 19 de noviembre de 2013

Día 1: Buenos Aires

La verdad es que no sé si fue un día o tres, porque perdí completamente la noción del tiempo con el vuelo eterno y el cambio horario. Ya no sabía ni qué día había llegado, ni dónde estaba (esto de montarte en un avión y bajarte en el otro lado del mundo mi cabeza no lo asume muy rápido, la verdad) ni en qué estación...cualquiera que me viera a trentaitantos grados con las botas de monte y el plumas en la mano pensaría que me había equivocado de destino...

Y así me fui a recorrer San Telmo con Iker (bueno, para ser rigurosos después de dejar la mochila y el plumas en casa de Ander), y de allí a Recoleta, a ver el cementerio y un árbol gigante con nombre de animal africano (me suena a ñandú, pero no he conseguido retenerlo...ya actualizaré la info*). La tumba de Evita y otros muchísimos euskaldunes emigrantes...todos muertos claro. Mucho mármol y hiedrita.

Cosas sorprendentes de este mundo: voy paseando por Recoleta y me encuentro con una antigua compañera del máster que no veía desde hace más de 4 años...y que no vi nunca por Madrid!!! El hecho de que sea Argentina quita algo del "¡no me lo puedo creer!", pero tampoco mucho. No es ni mucho menos la primera vez que me pasan este tipo de cosas (en una de las poquísimas entradas de un blog viejo justo contaba otra de estas historias que te dejan noqueada de lo increíbles que parecen), lo cual te hacen preguntarte si de verdad las casualidades existen o es que entendemos muy poco de cómo funciona el universo.

*Se llama Ombú el arbolito...y por lo visto los ñandús no son africanos sino americanos y voy a ver unos cuantos al cruzar la Pampa...

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